Desde finales del siglo XV hasta el ocaso de los Austrias, Roma fue una ciudad estrechamente vinculada a España, que mantuvo una importantísima colonia permanente: embajadores, militares, mercaderes, cortesanos, mecenas y artistas españoles residieron en Roma con los más diversos intereses políticos, económicos y culturales. Thomas J. Dandelet, profesor de la Universidad de Berkeley, ha llevado a cabo, a partir de un extraordinario trabajo de documentación, el primer estudio de las relaciones entre la ciudad eterna y el pujante imperio español durante un período crucial de la historia moderna de Europa. La «Roma española» es una entidad de múltiples facetas, que incluyen la ciudad de los Borgia y la del saqueo de 1527, la de las siempre difíciles relaciones con el papado y la de Ignacio de Loyola, la de los ostentosos festivales en Piazza Navona y los magníficos edificios sufragados por la corona española, la que recorre la lozana andaluza imaginada por Francisco Delicado y la que acogió a un joven y fugitivo Miguel de Cervantes. La grandeza milenaria de Roma, la idea misma del legado imperial, sólo resulta plenamente comprensible si se tienen en cuenta los dos siglos de decisiva presencia de España en sus calles, templos, plazas y palacios.