Cuando se plantea una situación del tipo «no me oriento», «a partir de aquí no sé seguir», «no veo cómo salir del atolladero», es porque nos hallamos ante un problema filosófico (Wittgenstein). Entonces, las estrategias conceptuales deben ser revisadas: hay que realizar cambios que permitan considerar las cosas de otra manera. De ahí que la filosofía pueda ser concebida, de algún modo, como la razón que se pone imaginativa. De ese modo, más que un programa de investigación, constituye un esfuerzo por recuperar el sentido extraviado. Tiene que ver con el pensar estupefacto, con la «experiencia del pensar». La «experiencia» es lo que resulta de poner en juego las propias posiciones y presupuestos, precisamente porque no se confirman las expectativas, sino que se hunden. Hacer una experiencia con un objeto significa que hasta ahora no se habían apreciado correctamente los aspectos y las circunstancias que rodean al asunto. En esta obra se estudian diversas formas de la experiencia, pero sobre todo los esfuerzos filosóficos por revisar las distintas habilitaciones conceptuales, con la vista puesta en una más capaz y flexible intervención racional en el mundo.