""Frente a la marcada tendencia desacralizadora de la poesía que domina intensamente el panorama poético actual, sorprende que poemas como éstos de Vicente Cristóbal apuesten, con voz elevada pero no altisonante, por hurgar desde el otero de la palabra en las entrañas de una profunda y detenida meditación personal..."". ""No hay en todo el libro ni asomo de evocación literal del horaciano carpe diem, pero son muchos los poemas que dan fe de que el poeta tiene bien asumida la lección del clásico. Esa íntima convicción, que no lugar común en este libro, se alumbra acompañada de algunas imágenes que tienen el poder evocador de la total plenitud de la vida..."". ""La diáfana complacencia que muestra Vicente Cristóbal con la palabra escrita, la propia y la que en herencia cultural le pertenece, logra construir varios poemas anclados en esa tradición con la que sugestivamente se funden algunas de las obsesiones y los motivos recurrentes que sostienen buena parte de su poesía. Todo ello, sin embargo, se vive desde un intimismo sorprendente. Así la palabra no es hueca; así la tradición no es mármol que decora..."". ""...libro que se resuelve en dudas [...], yendo de la consciencia del ahora en su fluir hacia el futuro y la memoria que nos hace, del sacro refugio de la palabra y su alta misión salvadora, a la inquietud devastadora del no saber, del indagar en la penumbra las sabias respuestas que no llegan pero que tienen la vida en ascuas y la alimentan, esperando un alba que pinte el canto más hermoso de los gallos"". (J. L. Arcaz, en el prólogo)