El jeque Ben Kadem, primer ministro del emirato de Dofa, se pregunta cómo desempeñar, siendo la cabeza de un Estado miserable, completamente eclipsado por sus vecinos productores de petróleo, un papel en el ámbito internacional. Para ello, idea una estratagema: simular atentados con bomba provocados por un Frente de Liberación fantasma. Y juega así la baza de despertar las simpatías de movimientos revolucionarios internacionales y las inquietudes de las grandes potencias tutelares. Para ejecutar su plan, recurre a un joven aventurero, Shaat, al que saca de la cárcel, donde está purgando una condena por tráfico de oro. Shaat fabricará bombas que un granuja llamado Mohi se encargará de colocar. No obstante, esta falsa ola de terrorismo escapará del control del primer ministro, y Mohi -que es su hijo natural- morirá como consecuencia de la explosión de la bomba que transportaba. En el centro de todo el asunto se encuentra, en calidad de testigo de excepción, un marginado aristocrático, Samantar, que encarna el escepticismo, la inteligencia, la sabiduría y la flema, tan caros a todos los héroes de Cossery. En esta novela -que se traduce por primera vez a castellano- volvemos a encontrar el encanto tranquilo, los personajes estrambóticos, el Oriente a la vez real y de ensueño que entronizaron al autor de Mendigos y orgullosos.