En tiempos " postutópicos " como los que corren, profundizar en la democracia parece ser uno de los pocos proyectos capaces de generar ilusión suficiente como para salvarnos del vacío producido por el éxito de haberla alcanzado. Pero para comprenderlo no estará de más averiguar en qué negocio nos estamos embarcando, y preguntar a liberales, demócratas, socialistas, tecnólogos, representacionistas y participacionistas qué idea de democracia ofrecen en que valga la pena profundizar. Curiosamente mientras los partidarios de la democracia política representativa discuten con los de la participativa, la respuesta parece venir hoy de la sociedad civil, de aquellos sectores en que los hombres concretos, raíz de cualquier forma de organización social, exigen ser tenidos significativamente en cuenta en las decisiones que les afectan, que es en definitiva la exigencia de una democracia radical. Son , pues, los distintos ámbitos de la llamada " ética aplicada " -La bioética y la GenÉtica, la ética de la empresa y de la educación, la ética de la información y la ecoética- los que están que se realicen los ideales de una democracia que vaya a la raíz. Pero eso sí: no cualquierética aplicada, sino aquella que entiende, desde una determinada antroponomía, que cada hombre es un interlocutor válido, al que es ineludible tener en cuenta. La realización de una democracia radical exige, entonces, emprender en todos los ámbitos e instituciones una revolución ética.