EL MADRID DE LOS REYES CATÓLICOS podría haber sido un libro escrito por Madrid sobre sí mismo cuando, hace quinientos años, aún no sabía que pronto le impondrían la obligación de hacer historia, y reescrito por el autor para rescatarlo de alguna oscura y polvorienta estantería; el autor, asímismo, podría -desearía- haber sido ese paciente y mudo escribano del Consejo a quien, en 1489, le labraron «un vanco (...) para que me asiente yo a escrivir lo que en la dicha cámara pasare». Por EL MADRID DE LOS REYES CATÓLICOS desfila la vida cotidiana de nuestra villa -todavía la faltaban sesenta años para poder ser llamada corte-, los oficios y las costumbres de sus gentes, el polvo de sus calles y el lustre de sus piedras, su peculiar vocabulario y forma de hablar. No es, advirtámoslo, una historia al uso -y en esto radica su riesgo y su virtud-, sino la crónica apasionada de un momento histórico entrañable, lejano y sorprendente, contada al hilo de las gentes que lo tejieron. Jose Manuel Castellanos Oñate, en este libro, busca tender un puente entre el gracejo, la prosa fácil y cautivadora de un Sáinz de Robles y la erudición cruda y rigurosa de un Gómez Iglesias. Las citas documentales, aquí, no se utilizan para demostrar hechos o fijar fechas, sino que constituyen en sí mismas la propia urdimbre del libro, su interés y su sorpresa. Quienes reclaman para Madrid unas señas de identidad propias habrán de buscarlas en esas páginas -y en otras similares- más que en narraciones, habitualmente inchadas, de remiendos, efemérides y hechos fastuosos.