Un cuerpo dice la verdad. No siempre, ni a la primera, pero siempre es el cuerpo el que la dice. Así lo saben muy bien, o creen saberlo muy bien, los torturadores. Precisamente porque dice la verdad, el límite corporal es recurso, fuente de elaboración subjetiva, raíz de la creación y límite frente al dominio. Así, la técnica puede cobrar cuerpo de mujer a través de la creación femenina: Levántate (imagen de portada) metaforiza esa intrincación entre naturaleza y cultura de la que se nutren el vivir y el morir humanos, intrincación de la que habla este libro. Se propone al lector una mirada multifocal e interdisciplinar sobre el cuerpo (políticas alimentarias, creaciones artísticas, cuerpos fotografiados en su última imagen, secuestrados, adolescentes, sexuados, adictos, a la espera, etc.) Esta obra sitúa la vinculación radical entre subjetivad humana y cuerpo; por eso no exilia la palabra en primera persona e invita a adentrarse en una subjetividad corporal, singular, frágil.