Esta obra relata el feliz encuentro entre el Señor y María Magdalena. Afortunado no solo para ellos, también para nosotros. Apoyados en su honda experiencia, nos sentimos invitados a proseguir celebrando su mismo misterio: poder encontrarnos personalmente con nuestro Señor y Maestro. Nos permite, desde la hondura de la fe, conocer que está vivo; sentir nuestro nombre pronunciado por sus labios; sabernos perdonados, amados y enviados a contar nuestra historia de salvación a los hermanos. El libro sigue una estructura tripartita, conforme al orden establecido por el tiempo que les tocó vivir a Jesús y María Magdalena en su crucial encuentro. Esta cronología halla suficiente apoyatura en el texto del evangelio y, sobre todo, en el clima interior de los personajes. Puede articularse según esta referencia espacial: ""la noche de la ausencia"", cuando va María Magdalena al sepulcro en busca del cuerpo de su Señor. No lo halla y prorrumpe en lágrimas sin consuelo. Es tiempo de angustia y desasosiego, de soledad y abandono, de noche oscura. ""El alba del encuentro"", cuando María se encuentra personalmente con el Señor, quien la llama por su nombre: Mariam; y ella a él: Rabboni. Se reconocen mutuamente. La noche desaparece doblegada por la luz inmortal del sol de Cristo resucitado. ""El día de la misión"", cuando el Señor le comunica su mensaje de revelación y la envía a la misión, a ser apóstol de los apóstoles y a dar testimonio de lo que ha visto y oído.