Todo parece que comenzó un día indeterminado de un año también impreciso en torno a 1550. Aquel día el alcalde mayor de Lorca -oficio que representaba a la autoridad del rey y que se ejercía en nombre del corregidor residente en Murcia-, el licenciado Quevedo hablaba un tanto desaforadamente en la plaza mayor de la ciudad. Era aquel un lugar concurrido y, en orgullosa altanera ostentación del poder, el dicho Quevedo amenazó públicamente a tal Magdalena López, mujer ya entrada en años y viuda de «un tal Monzón». A grandes voces, aquel Licenciado Quevedo decía en la plaza que «...juraba a Dios y a la señal de la Cruz que traía en las manos que había de hacer que los inquisidores quemaran a aquella perra de Magdalena López». Duras palabras que no ocultaban la acusación de herejía. ¿Era hereje Magdalena López? La publicación a principios de los años noventa de Sotos contra Riquelmes. Inquisidores, regidores y criptojudíos, revolucionó el panorama historiográfico en lengua española, brindando el que había de ser el gran ensayo microhistórico español. Relato vívido y emocionante y agudo análisis se unen en la que, hoy día, sigue siendo una lectura indispensable para todo lector que se adentre en la historia de Inquisición española y de la España moderna.