Publicado por primera vez en 1937, año de su llegada a París, este cuarto ensayo de E.M Cioran (1911-1995) nos permite descubrir en qué medida sus obsesiones y sus pasiones continuaron siendo las mismas y qué cambios se produjeron en el pensamiento del autor con el paso de los años.
Una pasión mística en un mundo sin Dios. O, en palabras del propio Cioran, «la pasión de lo absoluto en un alma escéptica» : tal es la paradoja existencial sobre la que rondan en permanente asedio los aforismos reunidos en este volumen. Constantemente, la santidad y la mística aparecen en estas páginas como emblemas de una actitud vital situada en las antípodas del hombre moderno, quien ha convertido en sentimiento trágico esa indiferencia hacia el devenir humano a través de la cual santos y místicos se fundieron en la divinidad.
Por otra parte -y no podía ser de otro modo- en este libro más que en ningún otro de Cioran explaya su fascinación por España, por su paisaje y por su arte, por su tradición espiritual. «El mérito de España», escribe, «ha consistido no sólo en haber cultivado lo excesivo y lo insensato, sino también en haber demostrado que el vértigo es el clima normal del hombre que ha suprimido la distancia entre el cielo y la tierra.»