Esta colección de relatos es fruto de una meditación sobre el pensamiento y la vida del pueblo coreano. Entre sus personajes hay cantores que deambulan incansablemente de sitio en sitio buscando el canto vivo de sus habitantes y la tierra que acoja sus restos después de la muerte. Los coreanos, desde tiempos remotos, viven cantando y se llaman y comunican con melodías. Las montañas, los sembrados, los mares y los ríos reciben sus cantos como plegarias y ofrendas. El canto está estrechamente vinculado al lugar de nacimiento. Fuera de él, el peregrino, cuando canta, añora su familia y su pueblo de origen.
El eje de la obra es la historia de una mujer cegada de niña por su padre, un juglar que, obedeciendo a una creencia popular, piensa que de esa manera todas las facultades se concentrarán en la voz y el oído de la niña. El tiempo demuestra lo cierto de esta creencia. Ella, con su bello y dramático canto, hace volar una montaña como a una garza, vuelve a la vida las olas en el terreno seco que antes había sido el lecho del mar, y reanima la imaginación entera de un pueblo. La voz y la visión sin los órganos de la vista se convierten así para el autor en metáfora que revela la frágil belleza de la existencia humana. Yi Chongjun, nacido en 1939, ocupa un lugar destacado en la moderna narrativa coreana, y ya desde 1967 su obra ha sido galardonada con prestigiosos premios literarios, como el Premio Dongin, el Gran Premio Literario Joongang, el Premio Daesan o el Premio Siglo XXI.