Nunca antes traducida al castellano y publicada en 1912, La polilla y la herrumbre trata sobre la verdad y sus consecuencias; o, mejor dicho, sobre la responsabilidad de la verdad. Y también, como escribiera Cyril Connolly, «sobre el dinero y la estupidez». Diálogos a lo Janes Austen; citas no tan encubiertas a Henry James, amigo de la autora; shakespearianos pasajes de enredo y falso desdén; y mucha ironía, hasta llegar a la sátira en lo referente al amor y la posición social. Todo ello contado con un interesante distanciamiento, que logra, aquí y allá, sutiles momentos de humor... Dos parejas de enamorados, un hermano vividor y caradura, un par de madres sin escrúpulos, y, por qué no, algo de bondad y sentido común. Éstos son algunos de los atractivos «ingredientes» de este libro. «Me preguntaba a menudo sobre la verdad del amor, y durante algún tiempo estuve obsesionada con ser como aquellas dos protagonistas de La polilla y la herrumbre, la novela de Mary Cholmondeley: unas veces Janet, otras Anne; unas veces ingenua pero honesta, otras llena de generosidad, fortaleza y claridad.» Jean Rhys «Yo, eso creía, me hallaba muy lejos de la sensibilidad formal de algunas de las novelas de Mary Cholmondeley, pero siempre me fascinaron libros como Red Pottage o La polilla y la herrumbre, porque sus mujeres tenían todas algo de las mujeres reales que yo me encontraba cuando salía de mi ambiente, y por las que tanta curiosidad sentía.» Virginia Woolf