En el Quijote Cervantes creó una auténtica epopeya cómica e prosa, un extenso relato en el que se pondrían las bases y, al mismo tiempo, se alcanzaría la cima de la novela moderna. Nos ofrece el reflejo del mundo exterior en su exuberante variedad. Por sus páginas desfila la España de principios del siglo XVII, con su paisaje y su paisanaje, sus pueblos y sus caminos, sus ropas y adornos, sus utensilios y cachivaches; pero al mismo tiempo, es una creación de auténtica vanguardia en la que se crea un territorio autónomo que no cabe en ningún mapa. Una prosa ágil, clara, precisa, perfectamente inteligible y sugerente en extremo, forja un universo festivo y burlesco. Pero, además, trasciende la pura comicidad y crea el humor moderno, en el que la risa nace de una compleja identificación con criaturas que, como nosotros, no son de una pieza, sino que son insensatos o razonables, pacíficos o iracundos, ciegos o perspicaces según los momentos y circunstancias.