El protagonista de El afinador de habitaciones es un joven excéntrico y sensible que vive con su abuela. Intuitivo, reactivo e inmaduro, combate con coñac la ansiedad que sufre desde la muerte de su madre, usa mascarilla en la biblioteca donde trabaja a pesar de ser alérgico a los ácaros y anota poemas, reflexiones y citas en su cuaderno, al que llama «escombrera». La llegada de la peculiar Esther, una chica de quien se queda inmediatamente prendado, disparará su parte más tierna, mientras el recuerdo de su madre y el deterioro de su abuela, cada vez más ineludibles, reclaman su atención.
Este libro (precedido, como en su edición original, de La cuervo) inaugura los «relatos del yo», en los que Celso Castro aborda la desorientación propia de la juventud buscando una mayor naturalidad y espontaneidad en la voz narrativa. Escritos en primera persona, se completan, de momento, con Astillas y Entre culebras y extraños.
«Una explosiva bomba entre la alta cultura y la delincuencia. De cómo perdemos la vida por gentileza. Considero un acto de justicia poética advertir de la subversiva valía de Celso Castro.» Enrique Vila-Matas