La vida de Erin Mathews no es nada fácil. Tiene un padre tirano y egocéntrico que jamás les demostró ni a ella ni a su hermana una pizca de cariño y un trabajo que si bien no odia tampoco es que sea el trabajo con el que siempre había soñado. Su única afición es la única vía de escape. El piloto Jesse James Gardner lo ha perdido todo, incluida la licencia que es su medio de subsistencia. El responsable, Wayne Mathews, el padre de Erin. Por ello, cuando ésta se presenta en la puerta de su casa ofreciéndole dinero por ayudarla en un absurdo, no puede sino aprovechar la ocasión para tirar de los hilos y manejarla como una marioneta con el fin de indagar cuánto sabe ella de la razón de su despido, de su juicio (pendiente de apelación) y de la pérdida de su licencia. Desde luego lo que ninguno de los dos espera es que sus senderos, que creían paralelos, hayan girado noventa grado y se hayan cruzado. ¿Qué es lo que está surgiendo entre ellos aparte de la admiración por la integridad del otro? Jesse, no obstante, tiene que averiguar la verdad; tiene que presionar a Erin hasta descubrir que ella siempre ha estado al margen de lo que se estaba cociendo en la empresa de su padre y así poder caminar por ese sendero oculto en su vida de la mano de quien menos imaginó. Y es que, la vida, a veces, te muestra senderos que jamás pensaste que recorrerías.