Comprar un dibujo de Rembrandt por cinco euros en los Encantes de Barcelona puede calificarse de auténtico golpe de fortuna. Máxime si ese dibujo presenta rasgos heréticos y ha sufrido extraordinarias peripecias a lo largo de los siglos. Y esto es lo que le sucede a Luis González, el protagonista de Un Rembrandt en la basura, que un buen día le compra a una mendiga la carpeta que esta ha rescatado de un contenedor de la basura. Dentro aparecen el dibujo y varios documentos redactados en alemán. Empieza para Luis González un tiempo de contactos con expertos en arte, restauradores, peritos de casas de subastas, comisionistas, abogados, todas las personas implicadas en el estudio y venta de una obra de arte de envergadura. Sin embargo, para Luis ese es el momento en el que arranca también su paranoia, un miedo casi instintivo a ser robado por la legión de codiciosos que le rodean. Pero eso no es lo peor: el golpe de suerte que tuvo al comprar el Rembrandt se convertirá en la causa aparente de la muerte de su mujer y el desmoronamiento de la tranquila existencia llevada hasta entonces.