La imagen y el eco del maltrato a mujeres en relaciones de pareja se hacen ya perceptibles desde la calle. Los tradicionales dispositivos sociales de ceguera ante lo que no se quiere ver y de sordera ante lo que no quiere oir están dejando de ser operativos. el problema trasciende del ámbito privado al dominio público. Deja de ser cosa de dos, para convertirse en cuestión social y política.