La bahía de Málaga fue un refugio climático durante la Prehistoria. Entre las numerosas cavidades naturales que fueron frecuentadas por los humanos destacan, por sus dimensiones extraordinarias, las cuevas del Cantal (cuevas del Higuerón, del Tesoro y de la Victoria, entre otras), en el municipio de Rincón de la Victoria. Los grupos humanos de cazadores, pescadores y recolectores del Paleolítico superior realizaron sus pinturas y grabados en tres sectores, entre hace treinta mil y veinte mil años. Mucho después, hace unos cinco o seis mil años, se pintaron dos frisos con representaciones de figuras humanas en sendas paredes de una sala que sirvió de sepulcro colectivo entre el Neolítico final y el Calcolítico.
Antes de que fueran descubiertas como yacimiento prehistórico por el abate Henri Breuil en 1918, las cuevas ya poseían una amplia literatura desde el siglo xviii, fundamentalmente descriptiva y de aventuras. Después de su incorporación al núcleo original de cuevas prehistóricas malagueñas (La Pileta, Ardales e Higuerón), las cuevas del Cantal han recibido a numerosos investigadores que, con mejor o peor fortuna, han constatado la gran importancia de sus materiales arqueológicos, aunque el arte prehistórico, debido a las dificultades de su investigación, no ha tenido una publicación de síntesis en estos casi noventa años.
Este libro presenta a la sociedad actual el impactante conjunto gráfico prehistórico de las cuevas de Rincón de la Victoria, conservado en sus más de dos kilómetros de difíciles galerías, de las cuales el gran público conoce unos quinientos metros abiertos al turismo bajo el nombre de "Cueva del Tesoro". Un detallado estudio que permite indagar en las razones que llevaron a los seres humanos a penetrar en estos subterráneos oscuros y peligrosos para conservar una parte de su cultura durante milenios.