¿Bastan 20 años de producción poética para que un autor o autora se atreva a cuadrar una antología de sus versos ? Dolores Campos-Herrero lo ha hecho, acaso urgida por el formato editorial que la acoge, y pareciera tener razones de peso para hacerlo alegremente, sin remordimientos por la presunción suponible en quien elige ""lo mejor"" entre lo escrito. Pues, acabada su lectura, queda bastante claro que el atrevimiento es pertinencia o comedimiento y la presunción un meditado ejercicio de exponerse al público tal cual ella se lee a sí misma en verso libre, mostrando un reverso ontológico distinguible, propio de la poesía lírica. La principal razón para obrar así queda a la vista cuando reparamos en el índice del contenido: tan sólo dos títulos publicados (Chanel nº 5 en 1985 y Siete Lunas en 2003), un puñado de poemas dispersos en varias publicaciones y varios títulos aún inéditos. Se entiende así que el punto de osadía de la autora al antologizar inéditos ha sido visto como un necesario buceo en la totalidad producida hasta hoy, única manera de dar amplitud conceptual de volumen al proyecto editorial. Aunque también de dar salida impresa a lo que ella considera esencial en una elección diacrónica responsable o, al menos, coherente; paliando de paso la escasez de iniciativas editoriales que se hace crónica negra en las Islas Canarias de hoy mismo. Por ello, nada mejor que hacerlo dentro de una antología, en mero uso de la oportunidad editorial cazada al vuelo, y digna de aprovecharse con un solo estirón de alas. Queda así inaugurada una modalidad selectiva que incluye inéditos, pudiendo servir de pauta en adelante para otras empresas editoriales, ya sean en el Archipiélago o en cualquier otro lugar. Y ello -por lo que nos toca - siempre que persista la miseria en el campo de la edición aquí en las Islas, incluso entre las que emanan de instituciones públicas que, paradójicamente, siguen siendo las que sacan más títulos al cabo del año. Una vez situada la organicidad textual de este libro, y declarado que el prologuista acepta la selección que recibe como una prioridad de lectura abierta en la diacronía, veamos qué dicen los versos de Dolores Campos-Herrero, fecunda escritora de mundos paralelos en verso y prosa. Entremos en su esfera expositiva, temática y selectiva, anotando algunos efectos encontrados que acaso pudieran consolidarse como ""estilo"", por ver si el lector o lectora pudiera acompañarnos más allá de la letra impresa. A tierra de nadie, donde reside la médula del hecho poético, al ""ser"" que titila en su lampa- rilla de aceite muy al fondo de cada atmósfera hecha poema. A Dolores Campos-Herrero le seduce expresarse con la narratividad alusiva a los mitos diferenciales, a las ficciones de lugares de paso, que fluyen en sus versos como historias inconclusas o reinventadas, la mayo- ría de ellas procedentes de la memoria común, y compartibles preferente- mente desde un nivel cultural aceptable. Pero el canal que lleva lo narrado conduce invariablemente a ella misma, al cuenco de sus manos, juntas para la libación o para el sacrificio. Su especial sabiduría es esa vi- talidad aparentemente extrovertida que se cuenta en primera persona del singular, dejando alguna vez que otra abierto un postigo, una mirilla, una oportuna cerradura por donde veamos al ser en vilo que escribe en la des- creencia de que toda la felicidad posible pase por quedar como literatura.