En 1916 un joven Julio Camba viajó por primera vez a Nueva York para ocupar la plaza de corresponsal del diario ABC. Durante un año pemaneció en el «otro mundo», desde donde envió crónicas de una realidad sorprendente en las que los detalles de ambiente y costumbres se mezclaban con otras noticias más relevantes, como las elecciones que dieron la presidencia a Woodrow Wilson, el hombre que decidió la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Fruto de esa experiencia neoyorquina surgió Un año en el otro mundo, el libro que consagró a Camba como escritor. «La literatura española cuenta con un grande, con un admirable humorista», sentenció Azorín, impresionado por la lectura de esta obra que comparó con el Viaje sentimental de Sterne. Ese humor ha logrado que casi cien años después la mirada con que Camba apresó el «espíritu americano» siga vigente: la afición a los récords, el consumo de goma de mascar, el gusto por las catástrofes, el valor que se da al dinero como patrón del éxito social, el sensacionalismo de la prensa, la profusión de detectives... Un siglo después tampoco ha cambiado demasiado el concepto que desde la ciudad de los rascacielos se tiene de España.