Lugar, donde caminan historia y naturaleza en mágica compenetración, donde escuchas latir corazones de otras vidas. He querido seguir la senda fecundada por nuestra tradición cultural y artística: El Arcipreste de Hita, el Marqués de Santillana; Nuestra edad de oro y de plata de nuestra cultura: Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Jovellanos, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, los poetas del 98, Unamuno, Ortega, la generación del 27, Panero, Rosales, García Nieto, José Luís Abellán, Velázquez o Sorolla. Teófilo Gautier, Alejandro Dumas o E. Hemingway. Todos ellos han dejado su huella en la luz con la que brillas. Ellos han dado su voz a tu silencio. Tengo la osadía de introducirme en esta senda, en una serie de reflexiones henchidas de emociones y pasiones, de agradecimientos y, sobre todo, de amor. No sé si este amor mío es el «amor intellectualis» que colmó la intensa vida del filósofo Baruch Spinoza, o un "ensayo de amor intelectual" que diría más tarde Ortega, en sus Meditaciones del Quijote.