La universidad ha sufrido una fuerte transformación en los últimos años, se han creado nuevas universidades, se realizaron reformas de los planes de estudio, se han multiplicado las materias y titulaciones, han proliferado los cursos de postgrado, se han favorecido los intercambios de alumnos entre universidades y con Europa, se han evaluado la docencia, la investigación y las instituciones educativas, se han realizado múltiples convenios y se ha tratado de establecer vínculos entre la universidad y la sociedad.
El estado actual de la Universidad que describía Steve Michael el año 2000 como «empresarial», empieza hacia finales de los años 80 y se caracteriza por el gran valor que se le da al trabajo en el mundo empresarial. En diversos congresos y reuniones sobre educación superior, habidos los últimos años, se levantan voces que demandan de los gobiernos la renovación de ésta basada en conceptos como globalización del conocimiento, incorporación continua de nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, proceso continuo de reformas, transparencia y rendimiento de cuentas, y una mayor vinculación y contribución a la transformación social.
Pero a la universidad se le pide mucho más, se le exige ser pionera en su funcionamiento y gestión (estando a la altura de las empresas modernas), ser efectiva en su enseñanza (sacando al mercado profesionales, flexibles, innovadores, responsables y con experiencia práctica), ser productiva en sus investigaciones (invenciones). En definitiva, a la universidad se le pide excelencia, reputación y estándares de calidad.
Por otra parte, el empleo de los titulados superiores ha devenido escaso, a tiempo parcial, y constituye en la actualidad un reto para muchas titulaciones. En parte debido al aumento de los titulados superiores que se ha convertido en norma para porcentajes muy altos de la población, y también motivado por factores como la automatización de puestos de trabajo que suplantan la mano de obra humana. Todo esto unido al reparto de los recursos entre muchos ha generado un movimiento de estudios que cuestionan la inversión en educación superior, la preparación de los universitarios, los nexos entre la universidad y las empresas, las habilidades más demandas por los empresarios, los componentes que determinan el empleo, etc. y la extensión de la idea de un rendimiento de cuentas de la universidad ante una sociedad que la subvenciona en gran medida. Inmersos en estas reflexiones debemos acercarnos a la lectura de este libro.