Generalmente se considera que las guerras constantes emprendidas por Roma en la Península Ibérica, durante los dos últimos siglos antes de nuestra era, contribuyeron especialmente a debilitar el régimen republicano, desequilibrando el sistema de reclutamiento tradicional de los ejércitos y revelando los límites de sus concepciones de la guerra y el combate. La presente obra demuestra que no fue así. El ejemplo de los ejércitos romanos en Hispania pone en evidencia el vigor de una sistema centralizado, que impide la aparición de ejércitos provinciales en esta parte occidental del Imperio.
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