«En última instancia, la cultura posmoderna debe entenderse como la crisis de los mismos principios que alumbraron la cultura moderna y cuajaron en la Ilustración, aunque sea al mismo tiempo tributaría de ellos, pues sin los mismos no se explicaría. Nos referimos a los de centralidad del hombre en el cosmos, capacidad de la razón humana para conocer la Verdad y, al mismo tiempo, hacer avanzar la historia por el camino del progreso hacia metas de felicidad y plenitud para el ser humano, al margen de que existan elementos que lo favorezcan o retarden temporalmente. Las tres ideas citadas se corresponden entre sí y cada una de ellas depende a su vez de las demás. Sin embargo, esta crisis no ha estimulado hasta el momento presente la búsqueda de una salida, capaz de redescubrir los fundamentos antropológicos y cosmológicos sobre los que se asienta la cultura occidental; al contrario, considerados como opuestos a la experiencia del saber y de la ciencia en el presente y sobrepasados, la actitud hoy dominante entre nosotros se traduce más bien en el ahondamiento del problema, la huída hacia delante».