Nada hay más atroz que una guerra civil. En ninguna otra circunstancia cristaliza el sufrimiento provocado por el odio como en un conflicto entre hermanos, amigos, vecinos. Desde el inicio de la guerra en Bosnia, Svetlana Broz trabajó como médica cirujana en el frente. Curando y escuchando a personas de las tres etnias, sintió cuánto necesitaban abrir el alma y narrar sus destinos en la guerra. En medio de relatos terribles sobre sótanos húmedos, torturas inimaginables, hambre, cañonazos y desgarradoras separaciones, pervivía, en no pocos casos, la luz inextinguible de la bondad humana. Personas anónimas que se negaron a colaborar con la bestialidad y la locura cotidianizadas y arriesgaron e incluso perdieron sus vidas para proteger a quienes el fanatismo de los señores de la guerra había rebautizado como enemigos. Alguien tenía que recoger la memoria de sus actos. Este libro presenta noventa testimonios grabados por la autora a lo largo de un periplo de más de seis mil kilómetros por Bosnia-Herzegovina. A sus heroicos protagonistas ningún ejército o gobierno rendirá homenaje. Pero es su sacrificio el que nos permite seguir creyendo que en el ser humano, incluso en tiempos del Mal, hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.