Sir Richard Francis Burton podía pasar por auténtico hombre renacentista: soldado, explorador, etnólogo, arqueólogo, poeta, traductor y uno de los primeros lingüistas de su tiempo. Como aficionado destacó en el campo de la física, la botánica y la geología, además de ser un soberbio espadachín y extraordinario narrador. Con riesgo de su vida visitó la Meca y Medina, ciudades sagradas del Islam, fue el primer europeo que exploró la ciudad prohibida de Harar, en Somalia, y buscó las Fuentes del Nilo Blanco, descubriendo el Lago Tanganika. Pero lo que realmente apasionaba a Burton no eran los hallazgos geográficos, sino el insondable fondo del género humano. Su increíble erudición sobre las costumbres sexuales de África y Oriente -condenadas por el puritanismo de su época- finalmente encontraron su máxima expresión en las notas y comentarios de su célebre traducción de Las mil y una noches