En el año 70 d. C., los judíos eran en su mayor parte campesinos analfabetos que habitaban en la tierra de Israel y Mesopotamia. En 1492 se habían convertido en una pequeña comunidad instruida y desperdigada por una miríada de centros urbanos, desde Sevilla a Mangalore, que se dedicaba a oficios artesanales, al comercio, al préstamo de dinero y a la medicina. ¿Cuál fue la causa de esta transformación radical? Este libro ofrece una nueva respuesta a esta pregunta, analizando bajo un prisma económico los hechos fundamentales que jalonan quince siglos formativos de historia del pueblo judío.Maristella Botticini y Zvi Eckstein demuestran que, contrariamente a lo que afirman las explicaciones formuladas hasta la fecha, esta transformación no fue consecuencia de las persecuciones ni de las restricciones legales, sino de los cambios que experimentó el propio judaísmo a partir de 70 d.C. Sobre todo, el surgimiento de una nueva norma que obligaba a todo varón judío a leer y estudiar la Torá y a mandar a sus hijos varones a la escuela. A lo largo de los seis siglos siguientes, aquellos judíos que encontraban demasiado rigurosas las normas de su religión se convirtieron a otras confesiones, lo que provocó una reducción de la comunidad judía mundial. Más adelante, cuando la urbanización y la expansión comercial de los recién fundados califatos musulmanes impulsaron la demanda de aquellas profesiones que dependían de una cierta formación intelectual, los judíos se encontraron con la inmensa ventaja de ser un pueblo instruido en un mundo donde el analfabetismo era prácticamente universal. De ahí en adelante, casi todos los judíos se especializarían en oficios artesanales y actividades comerciales, y muchos de ellos empezarían a emigrar en pos de oportunidades empresariales, creando con ello una diáspora verdaderamente mundial.