""Mamá, ¿cuando lees, qué miras? ¿Lo blanco o lo negro?"" ¿Quién educa quién? propone un cuestionamiento radical de la noción de educación concebida como un fenómeno que tiene su lugar natural en la escuela y del que sólo son garantes los maestros, una noción tan extendida y tan dañina como la de que la salud es algo sólo compete al sistema sanitario y a los profesionales de la medicina. Frente a esa visión reductiva, que oculta la enorme complejidad y empobrece la potencial riqueza del proceso educativo, al tiempo que sobrecarga de responsabilidad a los enseñantes, Eulàlia Bosch subraya el papel de la experiencia y de las relaciones personales, cotidianas, como espacio educativo difuso pero esencial, frecuentemente decisivo. Entendiendo la educación como una actitud de acompañamiento, exploración y diálogo que nos compete a todos, sin tiempos limitados ni comportamientos estancos, la autora inicia cada capítulo del libro con el relato de una experiencia que da a pie a una aguda reflexión sobre el carácter poliédrico de la relación educativa. Una relación bidireccional en la que el aprendizaje es un fluido de ida y vuelta y en la que es tan importante el que aprende como el que enseña. Como bien dice un provebio africano que se recoge en el libro, ""quien aprende, enseña"". Por ello, en ¿Quién educa a quién? los protagonistas son en último término de las niñas y niños, sus asombros, sus preguntas, sus intuiciones, en las situaciones más diversas - en la escuela, sí, pero también en la cocina, en la calle, en el cine, frente a un cuadro, ante la muerte de un ser querido-, no como portadores de verdades primigenias sino como incitación a la reflexión sobre nuestros modos estereotipos de ver y de vivir, como motor, en realidad, de todo posible proceso educativo vivo y atento a la vida. ""Señorita, ¿tú te crees todo lo que nos dice?"".