LLEGA ADELAIDE ADAMS Una miss Marple de Arkansas, irónica, artrítica y deslenguada. «Yo, Adelaide Adams, soltera, estaba tejiendo en elvestíbulo del Richelieu la mañana que todo comenzó. Aunque en aquelmomento no era consciente de que estuviera empezando nada. No meconsidero una mujer timorata y sé que ocasionalmente algunos miembrospoco serios de las jóvenes generaciones me han tildado de vieja arpía. No obstante, de haber sospechado el desenfrenado derramamiento desangre en el que pronto nos veríamos inmersos habría salido de allípitando sin mirar atrás a pesar de mi rodilla artrítica y mi exceso de peso. Sin embargo, aquella luminosa mañana del mes de abril no habría sido fácil encontrar un rincón de apariencia más apacible que elvestíbulo de nuestro pequeño hotel residencial. Porque lo único quetiene de grandilocuente el Richelieu es su nombre». Maestraindiscutible del Had-I-but-known, la narración de Blackmon asombra por su inquietante trama y por la sagacidad e ironía de su atípicadetective. «Una detective atípica, que no dejará indiferente a nadie». The Atlantic Monthly