No hace tanto, ser cosmopolita era una vocación o un privilegio. Hoy es una condición común a muchas personas en el mundo y, cada vez más, una necesidad para convivir con la diversidad de culturas, fuera y dentro de nuestro país. Sin embargo, los nuevos patriotismos y una identidad puesta a la defensiva no hacen del mundo actual una geografía favorable al cosmopolitismo. El nuevo orden global es más local que global. La globalización es económica, pero no política ni cultural. Y, paradójicamente, es difícil ser cosmopolita en tiempos de globalización. Por otro lado, mientras que antes ser cosmopolita representaba una alternativa "universalista" a la identidad patriótica o doméstica, hoy una de las mayores justificaciones del cosmopolitismo está en que sólo desde esta perspectiva se respetan las minorías y las diferencias políticas, y que cualquier acción a escala internacional -como la salvaguarda del medio ambiente- precisa de esta mentalidad abierta y cooperativa. ¿Cómo son los nuevos cosmopolitas? En este ensayo, Bilbeny describe el perfil de los nuevos cosmopolitas y analiza la relación entre el cosmopolitismo y el nacionalismo, desde el punto de vista antropológico, filosófico y político.