Bartolomé de Las Casas es presentado aquí como uno de los grandes filósofos latinoamericanos. Recurrió a la filosofía para fundamentar la defensa de los derechos de los indígenas, a los que reconoció su identidad cultural propia. Su defensa de la libertad le sitúa en las corrientes de pensamiento de liberación. En definitiva, desarrolló su pensamiento "en lo que propiamente puede llamarse filosofía latinoamericana, la que surge de los problemas propios de América Latina, aunque haga uso de categorías y métodos de otras filosofías europeas". Su universalismo y crítica de algunos humanistas de su época le sitúa también en los orígenes de la crítica a la modernidad. En esta obra se presenta ampliamente su pensamiento comenzando por su filosofía política, que se desarrolla a partir de su concepción del hombre. Continúa con su concepción del derecho y su manera de entender la historia, para terminar con su filosofía de la educación.