¿Por qué está mal hacer una petición de principio, formular una pregunta compleja, desplazar la carga de la prueba, crear un hombre de paja o usar lenguaje cargado? ¿En qué consiste el error argumentativo de las «falacias informales»? ¿Es siempre incorrecto argumentar ad hominem, ad populum, ad verecundiam? La lógica formal ha dejado estas preguntas sin respuesta, pues nunca ha sido su cometido indagar los entresijos pragmáticos de la argumentación cotidiana, más allá de las relaciones de inferencia. En cambio, a la teoría de la argumentación le interesa todo aquello que forma parte del buen argumentar, incluido lo que la lógica no alcanza. Este libro es una introducción a la teoría de la argumentación, con especial atención al estudio de las falacias informales. En él se exponen los modelos más influyentes para la distinción entre buena y mala argumentación, y se discute si alguna teoría de la falacia podría servir como modelo para evaluar argumentos. Se analiza también la función del catálogo tradicional de falacias, la distinción entre malos argumentos y argumentos falaces, la posibilidad de desarrollar una teoría de la falacia digna de ese nombre e, incluso, la coherencia del concepto mismo de falacia.