Poesía francesa contemporánea traducida por Miguel CasadoAl abrir Laconfusión de las especies, la primera impresión es que se trata de una propuesta fuerte. Poemas extensos de articulación fragmentaria, connotable intensidad rítmica, enlazan cadenas de imágenes con sintaxissencilla y una lógica enumerativa, que se sostienen en su impactodirecto y sucesivo, sin otro contexto ni hilo que su materiasensorial: la sonora, desde luego, y la predominante visual, además de las texturas de lo oscuro, de lo líquido o aéreo, de lo intrincado−,y lo ácido, lo agrio, lo seco.Ildefonso Rodríguez ha descritoestas imágenes como «relámpagos de lo próximo lejano», reuniendo laluz hiriente, que en pocos segundos vuelve a ser oscuridad, con eljuego de distancias que definía el aura benjaminiana. Está ahí, sinduda, la tradición del surrealismo, pero filtrada ya, a lo largo demuchas décadas, en un canon personal que opone vida a autoridad, queno es canónico.No cabría hablar mucho de cómo son estas imágenes,porque su propia fuerza excluye palabras que les sean exteriores, pero se diría que no buscan una elaboración compleja, que no componen algo como escenas ni generan tramas narrativas. La escritura deja en elpapel nombres, sustantivos, adjetivos escasos y siempre precisos en su sensación, y son las cosas y seres, los hechos que así se nombran,los que abordan al lector, lo impregnan y conducen.Miguel Casado