La Filosofía de la elocuencia, de Antonio de Capmany y Montpalau, publicada por vez primera en 1777, es uno de los tratados de retórica más importantes de todos los escritos en lengua castellana. Esta obra se encuentra inmersa en el contexto de la preocupación que durante el siglo XVIII, se mostró en Europa por las cuestiones relacionadas con la gramática, la retórica, la oratoria y la poética. A saber, se trataba de reivindicar el arte de persuadir, conmover y provocar actos en los oyentes o en los lectores mucho más que conservar un conjunto de normas destinadas a dar mayor efectividad ¿propagandística? a un discurso, que era en lo que había degenerado la retórica desde la Edad Media. Capmany, recogiendo ideas de la ilustración -sobre todo, la Enciclopedia francesa (Voltaire, D'Alembert, Montesquieu)-, concibe la elocuencia como una facultad natural por la que los ciudadanos elaboran textos orales o escritos mediante los cuales no sólo han de convencer a los demás de la validez y certeza de sus argumentos, sino también provocar en sus semejantes nuevos actos conducentes al progreso de la sociedad, esto es, a la superación paulatina de los vicios y defectos que afectan a la comunidad en que se vive. Esto necesita que cada Estado posea un sistema político que favorezca la libertad de expresión y el debate democrático entre las diversas corrientes de pensamiento.