Robos, drogas y palizas en un ámbito de pobreza, de enfermedad y de falta sistemática de afectos dentro del núcleo familiar, que se entremezclan con la expresiones de amistad, los remansos de paz vital y la búsqueda de herramientas para encontrar un lugar en el mundo es el marco en el que se mueve Historias del barrio. Caminos, de Gabi Beltrán y Bartolomé Seguí, un retrato del barrio chino de Palma de Mallorca a primeros de los años 80, de sus rincones y sus gentes, que protagonizan Gabi y el resto de su pandilla de adolescentes: Benjamín, Cuco, Ramos, Sáez, Tárraga o el Pololo. De lectura independiente a su precedente, los textos y colores de Gabi Beltrán y los dibujos de Bartolomé Seguí profundizan en el mundo autobiográfico del guionista descrito en Historias del barrio (Astiberri, 2011) y que concluye aquí. Las historias entrelazadas, en las que la línea que separa la esperanza de la fatalidad es en ocasiones muy fina, se nutren tanto del estilo conciso, directo, de frases cortas, afiladas de Beltrán, como del trazo suelto, encuadres medidos y galería de gestos captados, que reflejan la capacidad gráfica de Seguí.