Una vez escribí que las ciudades se dividen en cintura para arriba y cintura para bajo. Según ese mapa sentimental, Lavapiés ocupa la ingle izquierda de Madrid, de la que me declaro desconcertado y orgulloso habitante ocasional. Pero, ¿cómo contar el barrio más poliédrico de una ciudad que tiene mil caras? ¿Cómo explicar un barrio cuyas calles son arroyos con afluentes de todas las naciones, un barrio que algunas noches se siente república y otras se proclama el Montmartre de Madrid, un barrio que solo puedes amar odiándolo un poco y todo lo contrario? Hasta ahora, nadie lo había hecho con tanta pericia como José Ángel Barrueco en este libro, revolviendo las piezas del puzzle para convertirlas en teselas de un mosaico narrativo donde la ficción y la realidad se parecen tanto que cuesta diferenciarlas y no apetece intentarlo. Porque los personajes -con y sin nombre- reconocibles de inmediato, se cruzan con otros que se intuyen cuando caminas el barrio y levantas la vista hacia sus escuetos balcones que apenas alcanzan a enjaular las historias que enmarcan. Amo Lavapiés. Odio Lavapiés. Y después de leer este libro, lo conozco un poco mejor. Carlos Salem, 2011