Las áreas de influencia de anarquistas y socialistas estaban bien delimitadas geográficamente en Asturias ya en los primeros años de este siglo, a pesar de la tardía penetración de la Internacional en los años noventa. Unos y otros hablan tenido que disputarse el espacio con los republicanos y desde entonces mantuvieron unas relaciones caracterizadas por la rivalidad y el pacto, especialmente a partir de 1910 cuando el abandono progresivo del societarismo coincidió con un proceso de auténtica implantación sindical en la región. Los anarquistas de Asturias -de Gijón y de La Felguera- participaron en la constitución de la CNT, representados en ella a través de sus sindicatos y federaciones de base local, porque estaban interesados en ofrecer alternativas al socialismo, apoyados en una organización nacional que evitara su aislamiento. La CNT, sin embargo, no pudo vertebrarse como organismo nacional hasta mucho después. En sucesivas etapas de clandestinidad su supervivencia dependió de su estructura descentralizada; en tales circunstancias resultó imposible el establecimiento de unas directrices uniformes para toda la organización cuando la libertad y la autonomía de sus sindicatos y federaciones se legitimaban por la propia filosofía anarquista. Esa independencia de criterio fue característica en la organización asturiana en diversos sentidos aunque, constituida como Regional en 1920, tuviera que someterse en repetidas ocasiones a la mediatización de la organización nacional, lo que limitó sus relaciones con las demás fuerzas políticas y sindicales en Asturias. Con la firma de la Alianza en 1934 y la participación en la insurrección de octubre los anarquistas asturianos rompieron con su disciplinado acatamiento a las directrices impuestas por el Comité Nacional de la CNT. En cualquier caso, ni antes ni después, los anarquistas asturianos se plantearon la posibilidad de abandonar una organización en la que se sentían profundamente enraizados.