Parece, como se dice en este trabajo, que vivimos un "tiempo desectas", de las que admiramos a veces su capacidad de convencimiento o la seguridad en el camino que trazan, y de las que nos separan susrasgos de fanatismo, la exclusión de los que piensan de maneradiferente, la infausta anulación de la personalidad de sus adictos...Y, sin embargo, esos rasgos también se dan en la Iglesia: se han dadomuchas veces a lo largo de la historia, y no está descartado quevuelvan a darse ahora mismo.
El autor de este texto inquiere sobre las raíces de la presencia delespíritu sectario en la Iglesia. Al hacerlo, procura alejarse deplanteamientos puramente sociológicos y evita refugiarse en respuestas fáciles, más bien intenta hacer un análisis en profundidad parahallar ese lugar en el que factores externos e internos se confabulanpara preparar el nido a la secta.
Pero no se trata de un proceso inevitable. Por el contrario, el núcleo de lo cristiano posee los elementos que evitarán que la Iglesia,traicionándose a sí misma, se comporte como una secta.
CARLOS F. BARBERÁ, licenciado en Derecho, Filosofía y Teología, esactualmente Consiliario europeo de JEC y Director de Alandar y deCuadernos de Oración.