Seres condicionados y sin voluntad, sujetos experimentales de oscuras conspiraciones, víctimas de siniestras fuerzas, piezas de engranajes orgánicos... En este apocalipsis convertido en territorio narrativo todos narran y son narrados, y la memoria es ya incapaz de poner orden en un tiempo que no existe. Antes, durante y después del Fin, en las alturas del Edificio y en el subsuelo donde se esconde la Sección 9, en la habitación cerrada e inundada de hojas y en los páramos en ruinas, no quedan más que sujetos despojados de identidad en busca de una verdad inalcanzable e inexistente que sólo puede conducirlos a la constatación brutal del presente. ··· «Consecuencia directa de sus audacias, de sus inéditas combinaciones infernales, surge ahora Constatación brutal del presente, novela cargada de duro sentido, literatura comparada de verdad, eléctrico ejercicio de sinrazones razonables que sería un error permitir que, por nacer enmascaradas, pasen desapercibidas.» ENRIQUE VILA-MATAS