<(><<)>b>«La Anábasis es más que un frío documento histórico; tiene un cierto aire épico y, a la par, un regusto herodoteo, al evocar paisajes, costumbres locales, fauna y flora, caracteres de diversos personajes, las emociones de las gentes en una determinada situación. Tiene el aroma auténtico de lo vivido y recordado de un modo real». Carlos García Gual. <(><<)>/b><(><<)>br>Hijo de una Atenas que iba perdiendo su antiguo esplendor, Jenofonte (h. 430-354 a.C.) es uno de los mejores prosistas áticos y un muy lúcido testigo de su época. Aventurero y escritor, discípulo de Sócrates, apasionado de la historia, la educación, la equitación y la caza, trató todos estos intereses particulares en sus diversas obras. Una de las experiencias más emocionantes e intensas de su vida la narró en la <(><<)>i>Anábasis<(> <<)>/i>: como mercenario griego, acaudilló la «expedición de los Diez Mil», un ejército que se unió a las fuerzas del sátrapa persa Ciro el Joven, hijo de Darío II, para participar en el intento de derrocamiento del hermano mayor del primero, Artajerjes II. Tras la batalla de Cunaxa, a orillas del río Éufrates, Ciro cayó muerto. A pesar de triunfar en su contienda, las fuerzas griegas, de las que Jenofonte era destacado miembro, se hallaron abandonadas a su suerte, en territorio hostil y a miles de kilómetros de cualquier lugar seguro. La <(><<)>i>Anábasis<(>< <)>/i> es el relato del desesperado regreso a la patria por las enormes extensiones del Imperio Persa. Incluye pasajes tan célebres como la ascensión del monte Teques, cuando los griegos vieron por fin el mar y exclamaron «¡thalassa, thalassa!».<(><<)>br>