Fragmentos del prólogo de Maru Rizo «AMABLE ARIAS, LA PALABRA ECLIPSADA» Amable Arias Yebra nació en 1927 en Bembibre del Bierzo, León. A los nueve años, jugando con sus amigos, sufrió un grave percance: un vagón en vía muerta le aprisionó contra un muro. Las secuelas le supusieron reiteradas complicaciones médicas y el tener que usar toda su vida muletas. Pero no fue ésta su única dificultad existencial, un padre maltratador y una pobreza que le acompañó gran parte de su vida, acabaron moldeando un carácter reactivo a las penalidades, y una arrebatada imaginación creadora de mundos compensatorios. [...] Su poesía se vale de lo pequeño como suma de lo grande; del humor como tragedia en segundo plano; de la incensurabilidad de las voces de los animales; del refinado botín de lo vulgar; del imperdón de lo imperdonable, de palabras eclipsadas entre el disfraz y el ocultamiento... Los temas son sus temas: la pobreza como dignidad; la religión como intento destructivo de la razón; Bembibre como arcón de metamorfosis; la libertad como empeño; el azar como zancadilla prodigiosa; el marxismo como teoría y práctica; yo -Maru- como tantas cosas; la codicia legalizada como hacedora de sufrimiento; la estupidez como hábitat; el sexo como gozosa liviandad; el arte como espejo multiplicador; la noche como aproximación al yo... [...] La presente edición incluye algunos dibujos de la serie Clamoxyl (un nombre muy farmacéutico, ya que Amable decía sentir, cuando lo tomaba, una especie de fantástico desvarío, y cuando se lo comentó al doctor Irigoyen, entre risas éste negó ese efecto secundario). Estos dibujos no tienen intención de incidir en una idea de ilustración, sino más bien la de romper una unilateralidad artística y mostrar más al Amable plástico que se recrea creando con distintos signos desde distintas disciplinas. [...]