Construir una sociedad intercultural no es tarea fácil. En esta labor la educación debe tener por meta crear una comunidad de personas que desarrollen el pensamiento crítico, que busquen la verdad más allá de las barreras de clase, género y nacionalidad, que respeten la diversidad y la humanidad de los otros. Frente a la educación entendida como un simple "conformar", en el sentido de "reproducir" el orden social y cultural -a menudo también el político-, que acoge los saberes de un modo acrítico y tendencialmente dogmático, se impone en la actualidad un examen crítico de estas nociones orientado a la elaboración de un saber crítico-radical ligado al sujeto y sus necesidades, a la trans-formación social, a una cultura capaz de sustraerse, mediante la deliberación y la elección, al dominio social y de pensar y querer prefigurar nuevos órdenes subjetivos, culturales, sociales y también políticos. En este libro encontrará el lector algunas claves éticas que sirven de orientación para el ejercicio de la interculturalidad y para ir configurando ciudadanos democráticos y solidarios, responsables de su comunidad y abiertos a una ciudadanía cosmopolita.