De la diversidad más paradójica, incluso de la discordancia entre los instrumentos de una orquesta, tomados aisladamente, uno a uno, se puede armar algo diferente, algo singular, algo nuevo. Contrastando y contrapunteando las piezas de la orquesta -los jugadores y los personajes del juego de la vida-, un cuerpo de músicos alineados tras una batuta segura y firme puede transformar la enojosa estridencia individual en un prodigioso concierto mayor. De alguna manera esta es la premisa de "Modelos para desarmar", el autor hace las veces de director de orquesta y llama a primer plano, a su turno, a los agonistas y a los arlequines de la fábula humana. Pero no se trata sólo de conjuntar líneas y notas diferentes, historias y caprichos literarios, lo que cuenta es poner en destaque el motivo director que subyace a todos los textos: en pocas palabras, pasar revista a la comedia y a la tragedia humana, a las grandes metáforas de la vida, el oscilante mundo del alma humana -la muerte, la pasión, la locura-, a través de relatos variopintos, mayores y menores, todos los cuales apelan alternativamente a la visión crítica, paródica o compasiva, para transcribir las noticias de la aventura del Hombre. Creaciones que son susceptibles de ser armadas y desarmadas a voluntad, puesto que ya individual como colectivamente sirven de modelos eficaces para conocernos más y mejor, como el espejo del baño de la mañana o la multitud que va al trabajo casi sin haber pegado un ojo.