No hay vida sin conflictos, nacidos por lo general de la convivencia con los demás. Lo cual no significa necesariamente la existencia de malas relaciones entre personas o grupos, sino que pueden ser indicio del interés de unos por otros y expresión de una relación viva. Precisamente porque quieren vivir juntas, las personas están dispuestas a discutir con los demás, a soportar conflictos y a buscar una solución. Y es que, en cualquier caso, los conflictos deben resolverse, si se quiere hacer avanzar a la comunidad e incentivar nuevos desarrollos, además de aportar claridad a las relaciones interpersonales. Sobre la resolución de conflictos se han escrito muchos libros que nos ofrecen indicaciones muy valiosas acerca del modo de manejar las situaciones conflictivas. Por su parte, Anselm Grün, partiendo de determinados relatos bíblicos, y teniendo presentes las conclusiones a que han llegado la psicología y la investigación referida a los conflictos, así como la tradición benedictina al respecto, reconoce en dichos relatos algunas soluciones concretas en relación al modo en que debemos manejar hoy los conflictos que se nos presentan, concretamente en tres ámbitos de la existencia: los conflictos en la familia y en la relación de pareja, los conflictos en el mundo del trabajo y los conflictos en el ámbito de las parroquias y de las comunidades religiosas.