Que Dios había escogido lo débil para que todos pudieran comprender que el origen de la fortaleza viene de la gracia de Dios es doctrina predicada y vivida por el apóstol Pablo (cf. 1 Cor 1,26-29). En el santo Cura de Ars, Juan María Vianney, se hacía más que visible esa tensión entre lo frágil del hombre y la seguridad de la acción de Dios en la historia de cada persona. Benedicto XVI anuncia y convoca un «año sacerdotal» para que, en cada uno de los días, se haga memoria de las maravillas que el Espíritu del Señor puede llegar a realizar cuando un sacerdote se pone incondicionalmente a la escucha fiel de las inspiraciones que llegan de lo Alto. Esta conmemoración del 150º aniversario de la muerte de san Juan María Vianney no ha de quedarse en el grato recuerdo de un acontecimiento admirable, como algo pretérito, sino que hay que llenarlo de actualidad, haciendo que se perciba cada vez más la importancia del papel y de la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea.