El análisis de la situación actual que se lleva a cabo en esta obra adquiere un sentido muy específico, porque toma como perspectiva y punto de referencia la religión y, más en concreto, la fe cristiana. Porque la fe no ahorra esta clase de análisis, sino que -precisamente por su carácter religioso- lo exige, por fidelidad a sí misma y al mundo en que se vive y se presenta. Quizá este análisis evite tanto la instalación en el progresismo secularista proveniente de los años sesenta y setenta como la huida sacralista y el cierre fundamentalista. A este análisis del presente están dedicados fundamentalmente los dos primeros capítulos. Pero la fe no tiene únicamente como referencia el tiempo, sino también, y primordialmente, su contenido mismo. No se puede vivir a la altura del tiempo sin vivir a la altura de la propia exigencia, que proviene de los mismos contenidos y acto de la fe. Por eso también es preciso tomar en consideración la cuestión de cómo se vive la fe cristiana en estos tiempos de nihilismo (capítulo 3) y cómo es la fe, qué aspectos suyos acentúa o pone de relieve nuestra situación (capítulo 4). La vivencia va ligada esencialmente al testimonio, por eso el capítulo 5 se pregunta por él, una pregunta que afecta a la vivencia misma de la fe. Por último, el capítulo 6 se ocupa de una constatación: el revivir -o tal vez más exactamente el surgir- de la filosofía de la religión en España. Si esto responde a un nuevo interés existencial y social por el hecho religioso o simplemente es el reflejo del creciente interés conservacionista del patrimonio museístico e histórico-cultural que caracteriza a nuestras sociedades envejecidas (y por tanto se trata de una mirada puramente erudita a la religión) es una cuestión no sencilla que deberá permanecer abierta.