Estábamos acostumbrados en Canarias a la mirada europea, pero la de Amadou Ndoye acaso inaugure la mirada africana. La primera destilaba conmiseración (""quizá un poeta que las cante dignamente"", dijo Alexander von Humboldt); la segunda, complicidad, el guiño de quien trata de estar de vuelta de la colonización europea y se encuentra a un pueblo sumiso con -ya- cantidad de poetas que se interrogan sobre sus raíces, pugnan con sus mitos, conviven sarcásticamente con sus congé-neres sociales y hasta lanzan la mirada hacia el continente -americano- situado al otro lado del Atlántico: toda una antología de la evanescencia épica. La mirada de Amadou Ndoye se fija especialmente en los poetas-narradores que emergieron en la década de los 70, aunque en este libro haga calas en los 40-50 (Víctor Doreste) y en la inmediata de los 80 (Díaz Pacheco), por lo que no es casual que los otros dos autores (Víctor Ramírez/ J.J. Armas) surgieran al socaire de la primera de las décadas citadas, durante la cual las islas, como España, vivieron las dos transi-ciones: la de la dictadura franquista a la democracia formal, y de ésta a las autonomías. Que por qué un africano, senegalés por más señas, se interesa específicamente por esos años, yo creo que es porque en ese tiempo emerge la conciencia africana de las islas de mano de dos procesos descolonizadores (Guinea Ecuatorial y Sáhara Occidental), al tiempo que sucede una explosión de libertad popular.