El verano de 2010 no era el mejor momento para llegar a un Valencia obligado a vender a sus mejores jugadores. Pero él veía la oportunidad soñada para regresar a casa tras un largo viaje que había durado casi media vida. Con 14 años, Roberto Soldado (Valencia, 1985) se había convertido en el último fichaje de Del Bosque. Siendo aún cadete, pasó de hacer trizas las porterías del campo de tierra del Don Bosco a compartir anhelos con otros aspirantes a futbolista del Real Madrid. Pero acabó como muchos de esos sueños, devorado por las urgencias. Nunca se sintió una víctima, por eso disfrutó en equipos menos deslumbrantes como Osasuna y Getafe en los que aprendió que humildad y sacrificio, en ocasiones, recompensan con el éxito. En Valencia vive ahora su plenitud, convertido en capitán y superando cada año sus registros. Aunque el mismo fútbol le ha empujado a evolucionar su inconfundible estilo, el juego de Soldado reivindica al goleador de toda la vida. A través de estas páginas, Del Bosque, López Caro, Arbeloa, Juanfran, Ziganda, Míchel o Emery entre otros, descubren el rostro menos conocido de Roberto Soldado, un verdadero nueve.