San José pertenece a un plan de salvación de Dios concebido desde la eternidad y realizado en el tiempo. Su persona ocupa un lugar especial, el más importante después del de la Virgen María, en la obra de la encarnación. Como custodio de Cristo representa la figura del Padre que le encomendó a su Hijo, el salvador de la humanidad. Son pocas las verdades de la revelación que se refieren explícitamente a san José. El autor las expone en la primera parte de este libro, siguiendo a Mateo y Lucas, que fueron sus primeros biógrafos, sin más interrupciones que las indispensables para dar continuidad a esos hechos históricos. En esas verdades y hechos de su vida, narrados por los dos evangelistas, se contienen las verdades de la teología de San José que se exponen en la segunda parte; por último, en la tercera se expone brevemente la devoción y el culto que la Iglesia ha tributado a san José, y se ofrece el esquema para un triduo y novena al santo.