Tras el éxito cosechado por sus anteriores obras: La nariz de Charles Darwin (Premio Prisma a la Divulgación Científica), El escritor que no sabía leer (Premio Prisma a la Divulgación Científica) y El hombre que hablaba con los delfines, presentamos el cuarto volumen de «Historias de la Neurociencia», con nuevos personajes y nuevas investigaciones, pero manteniendo ese equilibrio entre ciencia y humanidades: ciencia actual, sugerente, escrita con atractivo ingenio y sentido del humor, e historias apasionantes que resultan una lectura deliciosa. Benjamín Franklin y el cambio horario, güijas y neurociencia, la sinestesia de los Nabokov, los ratones Dostoievski, la yegua telépata, Cortázar y el hombre del diluvio, el cerebro de la Venus Hotentote... todos estos casos y muchos otros desfilan por las páginas de este nuevo libro del aclamado escritor de la divulgación científica española. El estudio de la mente es también el estudio de quiénes somos. Todas las creaciones sublimes del ser humano -la literatura, la pintura, la escultura o la música-, y también todos nuestros sentimientos, pensamientos y decisiones, tienen lugar en el cerebro. Y desde él, desde esas neuronas que disparan chispazos químicos en medio de la ventisca, llegamos a nuestra vida cotidiana, a nuestras leyendas, a nuestros miedos ancestrales. En un ámbito como el de la Neurociencia, en el que los descubrimientos se suceden a un ritmo vertiginoso, es imperativo mirar hacia atrás para ver cuánto hemos avanzado, todo lo que hemos recorrido, y deducir así cuánto nos falta aún por descubrir, por saber. Una historia propia de nuestra especie, llena de fracasos y de pasión, de risas y de miedo, de sueños y de dolor, de valientes y malvados, de lo mejor y de lo peor de los hombres; porque son en definitiva historias humanas estas historias de la Neurociencia. «Recuerdo perfectamente el día que vimos por primera vez las casas grandes, a tanta gente, y oímos las bocinas de los coches. Era como creíamos que tenía que ser el paraíso.» Minik